Se reinventa una vez más el que pusiera de moda los llamados “coupés” de cuatro puertas hace ya más de una década. Ahora en su tercera generación, el CLS mantiene muchos de los valores característicos que se han ido diluyendo en otros Mercedes de menor tamaño.
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2018 Mercedes Benz CLS
Que sea el paso antes del Clase S y a su vez una suerte de variante más exclusiva del Clase E, al basarse en la misma plataforma de este último, es uno de los factores que le da un aura especial al CLS, que visto muy racionalmente es un coche redundante pues por segmento ocupa el mismo lugar de un E Sedán al ser también una berlina grande, pero es su propuesta visual más irreverente la que le da sentido en la oferta porque en su intento de verse como un Coupé, sin serlo en el más estricto sentido de la definición, atrae a quienes no quieren renunciar a la practicidad de un tricuerpo de cuatro puertas pero desean algo menos conservador, más interesante o raro… así sea sacrificando algo de espacio y visibilidad.
La fórmula funcionó y años después hemos visto que rivales como Audi y BMW respondieron con modelos como el A7 y el Serie 6 Gran Coupé. Los rasgos característicos del CLS sobreviven: una línea baja acompaña a unas puertas sin marco y, eso sí, un interior que ahora cuenta con cinco y no con cuatro plazas y que además no se deslinda tanto del Clase E, o al menos no en la forma en la que la cabina de un CLS era distinta en su diseño a la de un E en sus generaciones previas: dominan dos enormes pantallas configurables complementadas por cuatro salidas de aire al centro (más elaboradas en este caso) y un tablero que en el lado del pasajero no se proyecta tanto desde la base del parabrisas.
Por el nivel de personalización, el mayor cuidado en los acabados o el funcionamiento de elementos como la suspensión neumática, el CLS termina sintiéndose más como un Clase S más individualista y no tanto como un Clase E. Aunque hay ciertos guiños que intentan darle cierto tacto más directo (o deportivo, si se quiere) vía una dirección muy rápida o una amortiguación con un recorrido más corto, este Mercedes no disimula su condición viajera y de mucho refinamiento así se lleve en las modalidades de manejo más deportivas.
Si se elige el modo “Sport”, por ejemplo, su identidad consentidora más propia de lo que es un auténtico Mercedes sigue estando ahí por más que la transmisión se quiera percibir más agresiva sacudiéndonos a propósito entre cambios o por un leve endurecimiento de su marcha.
Estándar. Los discos delanteros perforados son un sello característico de varios MercedesBenz actuales.
Las carreteras más reviradas no lo harán sentir fuera de lugar pues el control de inercias es es bueno, la adherencia elevada y sus reacciones y apoyos siguen todavía muy lejos de los lancheos del más cómodo Clase S (aunque alguno hay), pero, de todas maneras, son las largas autopistas las que se revelan como su ambiente natural al dar todo el margen para gozar de su estabilidad lineal, de su silencio, de una cabina no muy amplia pero bien cuidada y un desfile de asistentes de seguridad que hacen aún más fáciles los largos trayectos: desde un control de crucero activo perfeccionado hasta la conducción semiautónoma manifestada en cómo el CLS puede cambiar de carril por sí mismo con solo activar la palanca del intermitente, además de centrarse en éste siendo el único requerimiento que las manos se mantengan sobre el volante para así notificar al coche que seguimos pendientes de nuestro entorno.
Sin embargo, toda esta carga tecnológica ya se conocía del S o el E y lo que realmente es el centro de atención aquí es su motor, pues el CLS 450 4Matic es el primer Mercedes-Benz que manejamos con el nuevo seis en línea de tres litros sobrealimentado que irá sustituyendo a los V6 en algunos productos de la casa de Stuttgart. No siendo suficiente, está unido a un compresor eléctrico alimentado por un sistema de 48 V que asiste con potencia y torque extra en aquellos momentos en los que el turbo no goza de plena carga.
El resultado es un arranque y una respuesta muy pareja, sin sobresaltos pero a su vez contundente: justo el tipo de aceleración de un premium de verdad, sin las sacudidas del típico lag y, de paso, con la suavidad inherente a esta configuración de mecánica tan tradicional, pues los seis cilindros en línea no se utilizaban en los automóviles de Mercedes-Benz desde comienzos de los noventa.
Varios. La iluminación ambiental abarca también las salidas de aire. Hay 64 colores a elegir.
El cambio en el sistema eléctrico a 48 voltios también se da para integrar un conjunto de nuevos componentes que, sin la necesidad de correas, reemplazan al alternador y encendido tradicionales, lo que implica menos desgaste, menos vibraciones o ruidos parásitos y también menos espacio de almacenamiento para así darle más lugar a los elementos para control de emisiones.
El trabajo de funciones como el apagado y encendido del motor principal en situaciones como una parada corta en un semáforo o al rodar por inercia también se mejora al ser más rápido y sutil al reencender. Todo este argumento técnico hará que el CLS 450 cuente como híbrido en México, con las ventajas impositivas que eso implica al momento de su matriculación. Espérenlo en octubre por no menos de 1.3 millones de pesos, según estimamos.
MÁS DATOS
TRANSMISIÓN
Caja Automática, 9 velocidades
Tracción Integral permanente
Embrague Convertidor de par
BASTIDOR
Susp. del. Triángulos sobrepuestos
Susp. tras. Multibrazo, 4 elementos
Elem. elástico Resortes neumáticos
Estabilizadora del / tras. Sí / Sí
Frenos del. Discos vent./barr.
Frenos tras. Discos ventilados
Dirección Eléctrica
Giros volante N.D.
Diámetro de giro 11.6 m
RENDIMIENTOS
Vel. máx. 250 km/h
Acel. 0-100 km/h 4.8 s
Consumo medio 13.33 km/l
Emisiones de CO2 178 gr/km
PREciO
1,350,000 pesos (estimado)
